domingo, 7 de junio de 2009

Mérope Accory

Tenía dos motivos para huir: mis padres, y la investigación que se abriría por la muerte de fredd.
También, por que una cosa me llevaría a la otra; si le contaba a mis padres lo ocurrido, conociéndoles, se lo dirían a la policía y si se lo decía a la policía, éstos se lo dirían a mis padres, y la solución a mi problema sería ir a un laboratorio médico, a un manicomio o a una prisión hecha con materiales no flamables para vivir allí hasta el día de mi muerte.
Yo no quería ninguna de las anteriores opciones, así que ahora me encontraba en medio de la nada, donde no podía herir a nadie.
Tenía que asumirlo, era un monstruo, y debería haberme entregado, pero como cualquier horrible criatura, corrí para salvar el pellejo.
Aunque la nieve me rodeaba, y simplemente llevaba una camisa con un fino suéter azul por encima, y una falda que me llegaba a la altura de los gemelos, no tenía frío, es más tenía calor, como siempre. Me deshice del suéter, me corté las mangas de la camisa y convertí la falda larga en un simple harapo que me tapaba lo justo y necesario. Igual iba demasiado destapada, pero por allí no había nadie.