viernes, 13 de noviembre de 2009

Mérope Accory

<<...¿?...>>

Mérope abrió los ojos lentamente; <<¿dónde estoy?>> La estancia era una pequeña habitación blanca, con ventanas de medio punto con los marcos rojos, justo a los pies de la cama, había una puerta, también roja y en la pared izquierda un pequeño balcón con numerosas flores, la puerta de acceso era de cristales rectangulares y un pomo deteriorado se movía al son del viento. Mérope no pudo aguantar más, se levantó y posó sus pies en el helado suelo. El contraste del calor de su cuerpo con el del suelo le produjo un escalofrío, se dio cuenta que su brazo estaba vendado, no debía ser mala gente si se habían molestado en curarla, pero no se fiaba. Se levanto, y dio unos silenciosos y lentos pasos, miró por la ventana, y de repente todo encajó; la habían pillado, estaba en un psiquiátrico, no había otra posibilidad. <<>> seguía mirando por la ventana... <<¡Un árbol!>> fue hacia el balconcillo, y con mucho cuidado giró el pomo. El pedazo de madera chirrió como una alarma así que Mérope, ya sin cuidado y con mucha prisa, terminó de girar el pomo e intento abrir la ventana. Para su sorpresa, mejor dicho, horror, se quedó con el pomo en la mano y para más inri empezó a escuchar pasos dirigiéndose hacia la habitación, forzó la puerta; no se abría. Había dejado de escuchar pasos, estaban girando el pomo, por fin consiguió abrir la dichosa ventana. Superando su terrible vértigo, y mientras oía como se abría la puerta, esquivó las macetas, se apoyó en la barandilla y saltó hacia el árbol.

Los siguientes segundos se hicieron eternos, parecía que jamás llegaría a la rama, y así sería. Sintió una presión en el tobillo, y cuando estaba a punto de rozar la rama, algo la hecho con fuerza hacia atrás.
Unas manos fuertes la sujetaron con delicadeza por los hombros, aun así no podía zafarse de ellas.
-¿Estás loca, o te crees superman?
-Yo no estoy loca -dijo medio sollozando mientras pateaba en todas direcciones- ¡Yo no estoy loca! No debería estar aquí. ¡Déjeme salir de este psiquiátrico!
-¿Psiquiátrico?
Una estruendosa carcajada llenó la habitación. Mérope no entendía a qué venía esa risa, y un ramalazo de cólera le recorrió la espalda.
-¿De qué te ríes? -dijo histérica.
-De ti -respondió resueltamente el chico-, esto no es un psiquiátrico; en un psiquiátrico no hay ventanas rotas por las cuales se podría escapar.
-Entonces, ¿donde estoy?
-En una casa en medio del campo.
Mérope respiró hondo. Así que estaba a salvo, así que no tendría que seguir huyendo. Ya era hora. Se preguntó si sabría quien era ella en realidad, si sospechaba que era un monstruo. Como si le hubiese leído la mente, el muchacho la soltó y la sentó en la cama.
-Aquí -explicó-, todos somos como tú, especiales. Hay hombres lobo, gente que puede dominar las plantas y vampiros, como es mi caso. Somos una gran familia, no todos nos llevamos bien, pero aprendemos mucho de los demás.
Mérope estaba un tanto sorprendida. Pasaron unos segundos hasta que consiguió calmarse del todo entonces le miró: tenía cara de niño bueno, no mucho mayor que ella, sus ojos eran marrones, pero por el borde parecían un poco dorados, sus labios eran carnosos, y dibujaban una sonrisa ligeramente pícara.
-Si sigues así me vas a desgastar -dijo él, mientras la muchacha se ponía roja- por cierto, soy Cedric.
Le tendió la mano, y ella con la cara semi oculta entre los cabellos se la estrechó.
-Yo Mérope -dijo aun roja.
-Bueno, ahí tienes la ducha -dijo señalando una puerta en el otro extremo- le pedí a una amiga que te pusiera un pijama para poder lavar tu ropa, está en el armario.
-Supongo que eso es una indirecta ¿No?
Volvió a esbozar una pícara sonrisa.
-Creo que he sido bastante directo -respondió.
Sin decir más se dirigió a la ducha, vio su doble en el cristal de un espejo y casi se asusta. Estaba paliducha y con sangre seca en el pelo. Se quitó la ropa y se metió en la ducha. Que agradable sensación, hacía mucho tiempo que no se sentía también. Se lavo el pelo con un champú que olía a frambuesa y el cuerpo con uno que olía a melocotón. Cuando salió de la ducha la primera cosa que pensó fue <<>>.

Cedrik Blake

Anoche, bueno... mejor no, voy a empezar desde el principio...
Me he terminado todos los libros de la biblioteca, muchos se han quedado antiduados, así que ayer decidí ir a la ciudad. Luke me dejó su coche, un familiar, así que cuando ya caía el sol me fui. No tengo problemas con la luz solar, pero no quiero destacar, no me perturba que me miren las chicas, es más, me encanta, pero si quiero ser rápido (y quiero) en comprar los libros, es mejor que no me siga una multitud de adolescentes con las hormonas a flor de piel. Uno nunca sabe como van a reaccionar.
Encontré una libreria bastante rápido, doblando una esquina, cerca de una gasolinera en la cual reposté, no me apetecía volver a pie...
La libreria parecía una mansión: en el piso de abajo, las estanterias se elevaban un metro y medio sobre mi cabeza, había escaleras correderas, que antiguamente serían doradas, por las tres paredes, y luego en el segundo piso, con una barandilla de madera desgastada, las librería medían alrededor de dos metros, ahí solo había una escalera que discurría por las cuatro paredes.
El dependiente, joven, alto, de pelo y ojos cobrizos, le miró con una sonrisa cortés.
-¿Qué desea?
Le miré de hito en hito, parecía un... no, aquello era imposible.
-Buenas noches -dije con educación.
Le enumeré los libros que quería. Los tenía todos. Cuando fuimos a la caja de nuevo, un hombre enano, de pelo blanco y ralo, me miraba tras unas gafas delgadas y doradas, apoyadas en la punta de una enorme nariz.
-Tú eres un vampiro.
Si no fuese porque no me late el corazón, tengo la certeza de que me iría a mil por hora.
-¿Qué? -balbuceé.
-Mira hijo, creo que hablo lo suficientemente alto, así que hazte una audiometría. Y además -añadió-, creo que me has entendido perfectamente, y no me niegues que no lo eres, porque seré viejo, pero no tonto.
Me quedé sin palabras.
-Lo sé, porque no soy ajeno al mundo mágico -dijo leyendo la duda en mis ojos-, yo mismo soy un enano; él -dijo apuntando con una larga uña al otro dependiente- es un elfo.
-Pero... pero, ¿eso no eran cuentos? quiero decir, pensé que eso eran historias fantásticas que se le contaban a los niños.
-Y qué te creías -dijo el anciano- ¿que esto era un sueño?
El enano gruñó y marmotó una serie de palabras inconexas.
-Mira, llévate este libro y entérate de lo que pasa por el mundo mágico.
Cogí el tomo, apesar de su enorme tamaño, era bastante ligero.
-Las páginas -explicó el elfo-, están hechas de seda de araña, por eso no pesa demasiado.
Pagué los libros, salí de la tienda algo distraido, en mis pensamientos. Metí mecánicamente los libros en el maletero, abrí la puerta y escuché sirenas de policía.
No pude evitar la curiosidad, y sonaba cerca, doblando la esquina.
Me acerqué a la esquina, oí pasos, alguien estaba corriendo. Llegué a la esquina y...
¡Pam!
Una chica pelirroja, con una larga trenza cayendo hasta su cadera, se había chocado contra mí. La recogí antes de que cayese al suelo, advertí que era a ella a quien la policía perseguía. Corrí con ella en el hombro hasta el coche. Olía un poco mal, no, muy mal.
La metí en el asiento del copiloto y puse rápidamente el coche en marcha. No me había dado cuenta, pero le sangraba el brazo. En un semáforo, rápidamente, desgarré la manga de mi camisa y le hice un torniquete.
Poco después llegamos a casa. La llevé hasta una de las habitaciones vacías y con mis conocimientos de medicina le extraje la bala. Bien mirado, debajo de la mugre parecía guapa, de todos modos no significa nada para mí...
Y aquí estoy, sentado en la sala contigua a la suya, desvelando los misterios del mundo magico, y esperando saber el nombre de esa chica...


Cedric Blake cerró su diario, en el año 2009.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mérope Accory

Ah, ¿Cuánto tiempo ha pasado ya?¿2 años? No estoy muy segura, tampoco importa... Creo que ha pasado el tiempo suficiente para que me olviden, voy a ir a alguna ciudad cercana, a que me corten el pelo, luego compraré ropa nueva, encontraré un trabajo y cogeré un piso... Sí, es un buen plan.
Me pregunto que pensará la gente cuando vea a una chica mugrienta y medio desnuda por la calle... Me voy a lavar lo mejor posible, y así solo verán a una chica medio desnuda, iré por la noche... Sí, por la noche...

Llevo andando dos días, pero no encuentro ninguna ciudad, ni un solo pueblo... Me empiezo a cansar, pero no debe quedar mucho...

Es el quinto día que llevo andando, y veo unas luces de ciudad bastante cercanas, me acercaré por la noche, para no destacar demasiado.

Estoy en una pequeña calle, debo encontrar alguna tienda de ropa, aunque sea de estas en las que pone el nombre de la ciudad. Lo tendré que robar, así que debo ser rápida.

La fortuna ha querido que encuentre una billetera con 30 dólares, creo que será suficiente.

He encontrado una gasolinera de las que os decía, tienen de todo un poco, como acostumbran las gasolineras. Por lo que veo no tienen pantalones, solo camisetas, pero algo es algo. Creo que no me iría mal comprar también un cepillo de dientes.
-Hola, ¿necesita algo?
Me parece que la dependienta desconfía de mí, tampoco me extraña.
-Sí, ¿dónde están los cepillos de dientes?
-En el pasillo 4, al lado de las revistas.
Me dirijo a donde me ha indicado; siento su mirada en el cogote, es agobiante...
Cojo uno de los cepillos de dientes, veo que trae una muestra de pasta de dientes,¡Perfecto! y ya de paso cojo un cepillo de pelo. Me pasó por caja para que me cobren.
-7 dólares.
Le entrego 10 y me da el cambio. Se a sorprendido de que tuviese tanto dinero.
-¿El baño?
-Ahí -me indica con el dedo-, a mano derecha.
-Gracias.
Me voy al baño, me lavo los dientes y peino mi pelo... ¡Dios mío! que pintas tengo. Me acabo de acordar de que no he comprado la camiseta.
Estoy dispuesta a salir del baño, cuando algo en mi instinto me dice que escuche la conversación telefónica de la dependienta.
-...Sí, creo que es ella -está hablando de espaldas a mí- la cara es igual, un poco más mugrienta y más afilada...
Miro con horror la fotografía de la puerta de cristal, ¡Soy yo!
Empiezo a escuchar lejanas sirenas de policía... Si no corro, me pasaré la vida en un laboratorio. Salgo disparada de la tienda, escuchando los gritos de la dependienta.
-Eeeeh, ¡DETENTE!
Es la policía. Me están pisando los talones, no quiero hacerlo, pero si les veo demasiado cerca, les tendré que cegar con una luz intensa.
¡Pum!
-¡Aaaa!
Me ha dado una bala en el brazo, me duele mucho. Reconozco que esto me a cabreado.
Fshfshfsh.
Acabo de hacer una barrera de fuego, eso les retendrá. Empiezo a marearme, pero si me paro, mis esfuerzos serán en vano, y les daré una razón más para que me manden a un psiquiátrico. Corro, corro y...
¡Pam!

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cedrik Blake

La noche es muy fría, eso supongo, ya que yo no siento el frío. Las estrellas se ven impresionantemente bien, y la Luna me está seduciendo por segundos, que pena que no tenga con quien compartir este momento...
Hola, he pasado tantos años solo, que ni recuerdo mi nombre, vivo con un grupo de chicos y chicas como yo, nos hacemos llamar la Hermandad de los Lobos. No creáis que somos hombres lobo o algo por el estilo, simplemente somos independientes, pero protectores entre nosotros como una manada. Cuando llegue, hace 7 años, había muy poca gente, eramos 9 o así, pero desde hace unos años nos hemos multiplicado y ahora somos 19. Muchos llegaron desde el norte de Estados Unidos, unos pocos llegaron desde Irlanda, y una pareja vino del este de Canadá. Dentro de la Hermandad hay grupos, y todos tienen pareja... menos yo. Soy una especie de semivampiro o algo así, tengo colmillos pero no necesito sangre para vivir, que no digo que no me guste, sino que puedo alimentarme de otras cosas.
Me siento terriblemente solo, muchas chicas de la Hermandad me miran, sé que les gusto, pero no son mi tipo, nadie es mi tipo; debo estar destinado a morir sin una amor verdadero, en fin...

Cedric Blake cerró su diario, en el año 1897.


Desde luego, si que me olvidé rápido de mi diario. Desde la última página que escribí, la Hermandad ha crecido notablemente, y hemos conseguido una preciosa casa solariega; estaba un poco destartalada, los balcones caidos, la puerta medio caida sobre sus goznes, el césped necesitaba ayuda urgentemente y le pintura estaba desconchada. Con la ayuda de los 31 miembros de la Hermandad, el buen gusto de Aly y el vasto conocimiento de jardinería por parte del bueno de Jess, la casa es ahora nuestro hogar.
Hay millones de habitaciones, es como si antiguamente hubiese sido un hotel, tiene una enorme biblioteca, en la que confieso, me paso horas encerrado, estudiando esos maravillosos tomos. De vez en cuando, mandamos a alguien a la ciudad para que nos cuente qué hay de nuevo por el mundo.
A pesar de las chicas que han llegado, sigo estando solo... Prometo escribir más a menudo.

Cedric Blake cerró su diario, en el año 1902.


A pesar de la promesa que me hice, ha vuelto a pasar mucho tiempo... Me he leído la mitad de los libros de la gran biblioteca; tengo conocimientos sobre casi todo: medicina, matemáticas, física por no mencionar que he aprendido español, portugués, chino y japones.
Por una serie de conflictos, muchos de la Hermandad se han ido, seguimos los 9 del principio, unos chicos árabes, que han llegado hace poco y 2 más.
He forjado una gran amistad con uno de los árabes, es el hermano mayor y se llama Âkil, que en su idioma significa inteligente. Su hermana pequeña Akram que signufica generosidad, se ha convertido en una especie de hermana pequeña también para mi. Los otros dos hermanos son gemelos, Hashîm (destructor del mal) y Keled (inmortal), son también muy simpáticos y divertidos, son como cachorros juguetones; a veces, creo que se comunican telepáticamente, en un libro leí que eso es muy normal entre gemelos.
Los tres hermanos son hombres lobo, Âkil tiene 16 años, como yo, los gemelos tienen 15 y Akram 13, no sabemos si ella va a ser loba en algun momento, todavía es muy pronto para saberlo, la primera transformación tiene lugar entre los 14 y los 16. He estado investigando sobre hombres lobo, pero creo que todo son paparruchas.
Bueno, como podeis apreciar, ya no estoy tansolo, pero sigue faltando esa chica tan especial en mi vida...

Cedrik Blake cerró su diario, en el año 1947.

miércoles, 29 de julio de 2009

Mérope Accory

Mi nombre es Liesl Acroyd, pero a partir de ahora seré Mérope Accory, si es que me encuentro con alguien en este desierto helado.
Cada vez me asemejo más a una salvaje, tengo el pelo revuelto y encrespado, mis rizos son incontrolables, mi olor corporal, mas o menos se puede solucionar en un río que hay cerca, pero hecho de menos el jabón...
Me ahorro los peores detalles, pero no todo es malo; llevo dos meses aprendiendo a controlar mis poderes, y he de decir que he avanzado mucho; puedo lanzar espirales de fuego controladas, y puedo originar llamas en donde me plazca casi sin concentrarme, también he descubierto que si cierro los ojos puedo detectar presencias: cada cosa tiene un aura; los árboles, naturalmente un área verde, que rodea todo su contorno, los ríos un aura blanca que no para de fluir, y los animales de color rosado. No sé si será el mismo color para los humanos, pero lo supongo. Este poder me hace sentir segura, porque así puedo estar preparada antes de cualquiera me intente sorprender.
Me siento tremendamente sola... No sé si voy a poder resistir mucho más sin hablar con alguien... empiezo a discutir con las ardillas...
Pero debo resistir, se debe olvidar todo este asunto, y no me vendría mal un cambio de look, pero aun debo seguir aprendiendo de mis poderes.
A veces no puedo evitar ponerme tremendamente triste, el pobre Fredd, de estaba muriendo y no me daba cuenta...
Pero prefiero pensar que no tuve toda la culpa, yo no sabía de mis poderes...
De todas formas, por se acaso, me he prometido no volver amar a nadie, mi corazón está rodeado por alambre de espinos, es infranqueable.

domingo, 7 de junio de 2009

Mérope Accory

Tenía dos motivos para huir: mis padres, y la investigación que se abriría por la muerte de fredd.
También, por que una cosa me llevaría a la otra; si le contaba a mis padres lo ocurrido, conociéndoles, se lo dirían a la policía y si se lo decía a la policía, éstos se lo dirían a mis padres, y la solución a mi problema sería ir a un laboratorio médico, a un manicomio o a una prisión hecha con materiales no flamables para vivir allí hasta el día de mi muerte.
Yo no quería ninguna de las anteriores opciones, así que ahora me encontraba en medio de la nada, donde no podía herir a nadie.
Tenía que asumirlo, era un monstruo, y debería haberme entregado, pero como cualquier horrible criatura, corrí para salvar el pellejo.
Aunque la nieve me rodeaba, y simplemente llevaba una camisa con un fino suéter azul por encima, y una falda que me llegaba a la altura de los gemelos, no tenía frío, es más tenía calor, como siempre. Me deshice del suéter, me corté las mangas de la camisa y convertí la falda larga en un simple harapo que me tapaba lo justo y necesario. Igual iba demasiado destapada, pero por allí no había nadie.

sábado, 23 de mayo de 2009

Mal día.

Sólo tenía 14 primaveras cuando descubrí que los momentos de tensión hacían que mi cuerpo se comportase de manera extraña.
Pude percibir cómo él estaba tan tenso y emocionado por ese momento como yo; fue como si mi cuerpo se incendiase, abandoné mi sentido y me refugié en mis instintos. Le besé una vez algo tímida, pero luego siguieron besos apasionados; era como si hubiese perdido la consciencia, no me enteraba de lo que hacía, y no me enteraba de que estaba condenando a mi primer chico a una muerte terriblemente doloroso: le estaba quemando vivo y no me enteraba.
Cuando cayó de mi lazo mortal, volví a la normalidad; estaba muerto, y no tenía muy claro cómo lo había hecho. La tristeza y el miedo me invadió, corrí y corrí, cogí mis ahorros, me subí a un taxi y me dirigí al lugar más remoto que conocía: Alaska.