viernes, 13 de noviembre de 2009

Cedrik Blake

Anoche, bueno... mejor no, voy a empezar desde el principio...
Me he terminado todos los libros de la biblioteca, muchos se han quedado antiduados, así que ayer decidí ir a la ciudad. Luke me dejó su coche, un familiar, así que cuando ya caía el sol me fui. No tengo problemas con la luz solar, pero no quiero destacar, no me perturba que me miren las chicas, es más, me encanta, pero si quiero ser rápido (y quiero) en comprar los libros, es mejor que no me siga una multitud de adolescentes con las hormonas a flor de piel. Uno nunca sabe como van a reaccionar.
Encontré una libreria bastante rápido, doblando una esquina, cerca de una gasolinera en la cual reposté, no me apetecía volver a pie...
La libreria parecía una mansión: en el piso de abajo, las estanterias se elevaban un metro y medio sobre mi cabeza, había escaleras correderas, que antiguamente serían doradas, por las tres paredes, y luego en el segundo piso, con una barandilla de madera desgastada, las librería medían alrededor de dos metros, ahí solo había una escalera que discurría por las cuatro paredes.
El dependiente, joven, alto, de pelo y ojos cobrizos, le miró con una sonrisa cortés.
-¿Qué desea?
Le miré de hito en hito, parecía un... no, aquello era imposible.
-Buenas noches -dije con educación.
Le enumeré los libros que quería. Los tenía todos. Cuando fuimos a la caja de nuevo, un hombre enano, de pelo blanco y ralo, me miraba tras unas gafas delgadas y doradas, apoyadas en la punta de una enorme nariz.
-Tú eres un vampiro.
Si no fuese porque no me late el corazón, tengo la certeza de que me iría a mil por hora.
-¿Qué? -balbuceé.
-Mira hijo, creo que hablo lo suficientemente alto, así que hazte una audiometría. Y además -añadió-, creo que me has entendido perfectamente, y no me niegues que no lo eres, porque seré viejo, pero no tonto.
Me quedé sin palabras.
-Lo sé, porque no soy ajeno al mundo mágico -dijo leyendo la duda en mis ojos-, yo mismo soy un enano; él -dijo apuntando con una larga uña al otro dependiente- es un elfo.
-Pero... pero, ¿eso no eran cuentos? quiero decir, pensé que eso eran historias fantásticas que se le contaban a los niños.
-Y qué te creías -dijo el anciano- ¿que esto era un sueño?
El enano gruñó y marmotó una serie de palabras inconexas.
-Mira, llévate este libro y entérate de lo que pasa por el mundo mágico.
Cogí el tomo, apesar de su enorme tamaño, era bastante ligero.
-Las páginas -explicó el elfo-, están hechas de seda de araña, por eso no pesa demasiado.
Pagué los libros, salí de la tienda algo distraido, en mis pensamientos. Metí mecánicamente los libros en el maletero, abrí la puerta y escuché sirenas de policía.
No pude evitar la curiosidad, y sonaba cerca, doblando la esquina.
Me acerqué a la esquina, oí pasos, alguien estaba corriendo. Llegué a la esquina y...
¡Pam!
Una chica pelirroja, con una larga trenza cayendo hasta su cadera, se había chocado contra mí. La recogí antes de que cayese al suelo, advertí que era a ella a quien la policía perseguía. Corrí con ella en el hombro hasta el coche. Olía un poco mal, no, muy mal.
La metí en el asiento del copiloto y puse rápidamente el coche en marcha. No me había dado cuenta, pero le sangraba el brazo. En un semáforo, rápidamente, desgarré la manga de mi camisa y le hice un torniquete.
Poco después llegamos a casa. La llevé hasta una de las habitaciones vacías y con mis conocimientos de medicina le extraje la bala. Bien mirado, debajo de la mugre parecía guapa, de todos modos no significa nada para mí...
Y aquí estoy, sentado en la sala contigua a la suya, desvelando los misterios del mundo magico, y esperando saber el nombre de esa chica...


Cedric Blake cerró su diario, en el año 2009.

2 comentarios:

  1. Ya estas escribiendo lo siguiente que va a pasar porque me va a dar algo!!!....venga!!!
    jajajaj
    XDXDXDXD
    me encanta!!

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  2. ¡Ajá! Qué emocionante... y ahora la historia se sitúa en el presente... tengo ganas de leer la continuación:P

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